Viva el cáncer II
Por Marcelo De Angelis y Martín García
Alberto Fernández fue el hombre de Clarín en el gobierno. Sylvina Walger, decadente y desesperada por un nuevo best seller, recurre a la violencia de género para atacar a la Presidenta, gorila si las hay, solo da lástima.
Hace 58 años el odio gorila tenía como destinataria a Eva Perón, y tras su muerte se reflejó en toda su magnitud con las pintadas de Viva el cáncer en algunas paredes de la ciudad de Buenos Aires.
Hoy, ese mismo odio se expresa en los paredones virtuales de algunos medios, y un ejemplo acabado es la periodista Sylvina Walger, que no tiene reparos en apelar a la violencia de género para atacar a la Presidenta Cristina Fernández. -Kirchner le pegó una trompada a Cristina, afirma en una nota publicada en Perfil, y no es la primera vez que recurre a los ataques personales. ¿Envidia, resentimiento? ¿Qué es lo que moviliza a la autora de Pizza con champán?
El saber popular lo ha definido hace ya mucho tiempo como gorilismo, pero podemos aventurar una respuesta psicológica. Tal vez ante la declinación de su protagonismo periodístico, que tuvo su apogeo durante el menemismo, intenta retomar su apagado estrellato ubicándose al mismo nivel que Cristina Fernández. Un esfuerzo inútil, ya que con la comparación sólo consigue poner en evidencia su pequeñez profesional y personal. Tal vez no pueda tolerar la belleza de la primera mandataria, que no ha menguado a pesar de los años, contrastada con su propia fealdad y el aspecto grotesco que la caracteriza.
Quizás sea que nació inconformista en noble cuna, como la definió Joaquín Morales Solá en el prólogo del best seller menemista. Sea cual fuere el motivo de la hostilidad, Cristina Fernández se ha convertido en su obsesión, a punto tal de fabular historias que, por supuesto, encuentran lugar en el diario de otro que le tiene fobia a la Presidenta, Jorge Fontevecchia.
En el mes de marzo, este ex propagandista de la dictadura publicaba el editorial titulado Ser poronga en el que sacó a relucir su desprecio (y temor) por el género femenino y, tal vez como la proyección de alguna fantasía sexual no realizada, lanzó una antojadiza comparación señalando que -Elisa Carrió y Cristina Kirchner hacen política fálicamente y llevan al país al precipicio.
Walger y Fontevecchia tienen algo en común: la utilización de la violencia de género como recurso periodístico. Es llamativo que estas dos plumas del establishment, que suelen vanagloriarse de su profesionalismo, publiquen una nota en la que abundan los potenciales y las imprecisiones, como -cuando Cobos les arruinó la tan necesaria caja con su voto no positivo, se cuenta que Néstor le habría ordenado a Cristina que renunciara.
En esta fantasía compartida agregan que, ante la negativa de la Presidenta, -esto le valió - cuentan- que el presidente paralelo, su marido, le propinara una sonora trompada. El golpe fue en serio y a Cristina hubo que trasladarla. Algunos dicen que a Olivos, otros juran que recaló en una clínica.
Traspasando todos los límites del ridículo, estos exponentes de la -prensa independiente afirman que -todas las infidencias concuerdan que Alberto Fernández fue testigo de aquella -tinellización presidencial y que -esta escena terminó de desesperar a Fernández y ya no hubo manera de retenerlo.
Con su partida, Cristina perdió un apoyo de cuya falta nunca se repuso. Para Walger y Fontevecchia debe ser muy triste y desesperante ver cómo van perdiendo día a día la minúscula cuota de poder que supieron conseguir alimentando el discurso de la antipolítica.
Obviamente Alberto Fernández fue el hombre de Clarín en el gobierno. De Clarín y de la embajada de los EEUU. Recordemos el alargue de las licencias de los medios del oligopolio por 10 años más, que se hizo dentro de su jefatura de gabinete.
Después de la 125 estaba claro que una supuesta pax con el grupo era imposible. Su embestida kamikaze apuntaba a impedir la presentación de la Ley de Medios. Esto –y alguna cosa más- de la política-fueron las razones para que terminara la etapa Clarín del gobierno y comenzara la era de Cristina contra las corporaciones dictatoriales que pretendían – y lo lograban – someter la voluntad política de los representantes elegidos por el Pueblo, a sus intereses privados.
Esa es la razón política central del final de la era albertista del gobierno peronista de los Kirchner. Silvina Walger, por otro lado, gorila si las hay, tan gorila, uno de los forros del sistema de los poderosos, solo da lástima.
garciacmartin@gmail.com
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