“Hace 34 años nuestra madre nos eligió como hijos. Y nosotros, todos los días, la elegimos como mamá. Nada ni nadie podrá destruir ese vínculo.”


Fragmento final del texto de la solicitada que lleva este título: “Somos Marcela y Felipe Noble Herrera, hijos de Ernestina Herrera de Noble”. Apareció el jueves

22 en los diarios más importantes. Las emociones vienen cada vez más fuertes; la demagogia sentimental más densa. De la legendaria caja de Pandora se escapan los bienes y los males, pero, desautorizando al cuento, adentro no queda la esperanza sino que queda un fabricante de ficciones y mentiras.

Pino Solanas se exalta: “Nos encaminamos a un fascismo disfrazado de progre”. Lo dijo con su mayor énfasis revolucionario, refiriéndose a lo que considera ataque de los medios oficialistas hacia el periodismo libre. Al que él naturalmente defiende desde su tribuna tiempo completo en los medios hegemónicos. Norma Morandini en el diario Clarín escribe aterrada: “Es necesario desarmar la bomba de tiempo de la confrontación”. La nota se ilustra con la tapa de la antigua revista Cabildo de tendencia fascista y atribuida a las letales Tres A. Y dice: “Las agresiones contra periodistas alentadas por el oficialismo se inscriben en un clima que debe ser desactivado”.

La comparación entre ambas épocas es oportunamente democrática. Morandini lo sabe. En la señal de televisión TN la periodista e integrante de la Conadep, Magdalena Ruiz Guiñazú, y Héctor D’Amico, secretario general del diario La Nación, también expresaron su repudio a ese supuesto terror emanado de un afiche anónimo contra periodistas famosos, obviamente no oficialistas. El afiche lo puede haber encargado un cadete de la Side con algún presupuesto excedente; lo puede haber hecho imprimir el Gobierno en un acto de estudiantina violenta, bajo instigación del matrimonio Ceaucescu, o -por el contrario- se le podría haber ocurrido a un empleado militante del grupo Clarín como antídoto contra el huevo de la serpiente incubado en el oficialismo mediático. Aníbal Fernández discutiendo de igual a igual por televisión con la vedette María Granata fue una prueba.

Tanta democracia es sospechosa. Jorge Lanata en la revista Noticias confiesa un sentimiento virulento hacia los periodistas K y, con precisión objetiva e histórica compara a un tal Orlando Barone con José Gómez Fuentes y desliza una metáfora violenta citando a Anthony Burgess el autor de La naranja mecánica. En el libro -de hace cuatro décadas- se plantea la violencia de jóvenes desatados que luego de tomar en un bar una leche plus con velocet o drecrom o alguna otra droga, se sienten exacerbados para salir a violentar y agredir. Es lo que hacen apenas encuentran a su primera víctima a la que atacan porque sí: porque sienten deseos irrefrenables. Nunca imaginé que mi nombre fuera para Lanata como la leche plus para los pandilleros de Burguess; que lo incitara a la virulencia. En cuanto a la comparación con Gómez Fuentes -ya muerto físicamente aunque se había muerto mucho antes- fue un notable socio comunicacional de la dictadura militar. Lanata hace la asociación apropiada. Yo no me atrevería a compararlo a él ni siquiera con Lanata porque temería injuriarlo.

También voces de repudio de Fopea y de Adepa, instituciones que nuclean a periodistas notorios y empresarios del género, coincidieron en la reacción libertaria contra el fascismo estatal que, al parecer, hiere y zahiere a la libertad de prensa. Libertad de extraordinaria preeminencia durante décadas hasta que llegaron los nazis patagónicos de ahora, que se proponen esclavizar a la sociedad organizando la conspiración malvada contra el periodismo nuestro: el más periodístico de que hubiere noticias.

Y si me dicen que aporte pruebas de esa excelencia, pongo como escudo la heroicidad de Rodolfo Walsh y con eso queda justificado todo el periodismo. Bajo el halo trágico de Walsh que sirve para todo, trafican su indulto metafórico hasta los periodistas que ayudaban a redactar los comunicados de la dictadura. Somos uno para todos y todos para uno. Volvamos a la tradición: “Para un periodista no hay nadie mejor que otro periodista”. Entre bomberos no nos vamos a pisar la manguera. Habrá que consensuar o firmar un armisticio. Porque si no aplicamos la ley de medios; no averiguamos sobre los hijos de la solicitada; no cambiamos nada en Papel Prensa; no seguimos persiguiendo viejecitos represores y no usamos las reservas para pagar nada, recuperaríamos la tranquilidad. Y todos los periodistas encarcelados por este Gobierno; los periodistas perseguidos y obligados a exiliarse; los que deben callar aterrados por las amenazas; los que ya no pueden acusar, denunciar, atacar al Gobierno desde los medios; los que no pueden escribir libros opositores; los que tienen que ocultar su oposición y negar su posición democrática por temor a ser amenazados por los fascistas, recobrarían su normalidad.

Pero en el periodismo sucede ahora que los súbitamente sospechosos contraatacan en tropel y a los que sospechaban los señalan como sospechosos. Entonces, los medios hegemónicos dicen que el terror periodístico viene de un programita de la tevé oficial nombrado por tres números. Idea ya conocida. Como aquella que dice que los negros, en represalia, expresan que el diablo es blanco. También los hijos de Ernestina Herrera de Noble dicen: “Para nosotros nuestra madre es simplemente nuestra madre”.