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Kompromiso Nacional

“Los hijos de Noble son hijos de desaparecidos”


Por Néstor Leone Roberto Marquevich, ex juez federal, cuenta su experiencia como juez de la causa Noble Herrera y habla sobre las presiones que recibió de parte del Grupo Clarín

El 17 de diciembre de 2002, cuando todavía era juez federal de San Isidro, Roberto José Marquevich ordenó la detención de Ernestina Herrera de Noble. La noticia conmocionó al mundo periodístico y político. La dueña del principal grupo de medios del país tenía que rendir cuentas por primera vez ante la Justicia debido a la presunción de que Felipe y Marcela Noble serían hijos de desaparecidos, apropiados durante la última dictadura militar. Un año después del episodio, Marquevich fue destituido por mal desempeño de sus funciones.


En esta entrevista, el ex magistrado afirma que esos chicos fueron adoptados de manera irregular y da por hecho que son hijos de víctimas del terrorismo de Estado. Además, narra los entretelones políticos de la causa y señala las múltiples presiones que recibió, en una semana donde una decisión judicial volvió a poner el tema en discusión. En este caso fue la Cámara Nacional de Casación Penal, que hizo lugar al recurso de queja interpuesto por los abogados de Marcela y Felipe Noble Herrera y dejó en suspenso la realización de una pericia de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos.



¿Cuándo tomó contacto con la causa? ¿Cuándo llegó a su juzgado?

Aproximadamente en el año 2000. La señora de Noble había sido denunciada por dos apropiaciones: tanto por los supuestos abuelos biológicos de sus hijos como por las Abuelas de Plaza de Mayo.

¿Está convencido de que los hijos adoptivos de la señora Herrera de Noble son hijos de desaparecidos?

Sí. Los expedientes de la adopción son muy burdos. Tanto el de Felipe como el de Marcela. Por eso digo que son “supuestamente adoptados”. Y mi convencimiento nace, precisamente, del conocimiento que tengo de la causa.

¿Qué lo lleva a hacer esa afirmación, por ejemplo?

Analizar una causa tan compleja, de manera rápida, no es conveniente. Pero puedo mencionarle algunos elementos. Por ejemplo, la declaración de Roberto García, testigo principal de una de las adopciones. Cuando me lo mencionan no estaba tan convencido de citarlo, pero al leer su declaración, donde hablaba de una canastita en la que habían dejado a Felipe, parecía una cosa tan ingenua, tan infantil, que decidí hacer una citación. Me costó bastante encontrarlo. Declaró en el juzgado y me dijo que no había estado en San Isidro.

Luego se supo que era un viejo chofer de la familia Noble. ¿Es así?

Esa misma tarde ordené un oficio, nada extraordinario, al propio diario Clarín y ellos me informan que tenía un cargo administrativo. Después supe que era el chofer de la señora de Noble. También está el tema del domicilio. La señora de Noble en ese entonces vivía en Capital, no en Martínez, como ahora. Y las dos adopciones se hicieron en San Isidro.

¿Está comprobado, como se dijo, que tanto la partida de nacimiento como los documentos de la adopción son irregulares?

Está clarísimo, al punto de que el acta fue objetada desde un comienzo, tanto por los querellantes como por las Abuelas y por el propio juzgado. Había una serie de datos que tornaban inciertas o irregulares las adopciones. Al tener los datos sobre estas irregularidades y sospechas acerca de delitos que tenían que ver con la identidad de estas personas, delitos inexcarcelables, por otra parte, es que mi juzgado llama a indagatoria a la señora Herrera de Noble. Tampoco existió la madre que, supuestamente, había entregado a los chicos en adopción. Y ése es otro dato importante. Está claro que ninguno de los padres que la señora invoca existieron.

¿Por qué pudo anotarlos con el doble apellido, siendo que Roberto Noble hacía varios años que había fallecido?

Eso nunca lo pude determinar. Es antojadizo, diría yo. La que estaba adoptando, supuestamente, era Ernestina Herrera y no había problemas en anotarlos con su apellido. Noble estaba muerto y no podía adoptar.

¿Hay posibilidad de que Herrera de Noble no haya sabido cuál era la procedencia de esos niños?

En mi juzgado tuve muchas causas ligadas a hijos de desaparecidos. Por lo menos, cincuenta. De éstas, catorce prosperaron. Es decir, hice el trámite completo, hasta llegar a la condena de los apropiadores. Y es muy variada la serie de argumentos que le pueden dar a uno para justificarlo. Si ella no conocía el origen de esos chicos lo disimulaba bien, porque es simple: se lo dice al juez y listo. Pero se negó a declarar. Negarse a declarar es un derecho constitucional, pero también pienso que la negativa a declarar deja interrogantes que permiten hacer elucubraciones. Innecesarias, digo yo, si uno no tiene nada que ocultar. Lo mismo pasa con las muestras sanguíneas y el empecinamiento que tienen para negarse a hacérselas. Hace ocho años pedí que se sacasen muestras, y se negaron. De ahí la necesidad de la extracción compulsiva. Este trámite lo comparo con una rueda de reconocimiento de personas. Usted puede negarse, pero yo tengo la obligación de mostrarle su foto a la víctima. Esto es exactamente igual.

Su destitución, dos años después de la detención de Herrera de Noble, tuvo que ver con esto. ¿De esto tampoco tiene dudas?

No es que no tenga dudas, está escrito. El único motivo esgrimido fue la detención de la señora. En lo personal me causó dolor, por los muchos años que tenía en la justicia. Parece una verdad de Perogrullo, pero como juez tenía autoridad de detención. Además, no era la primera detención que llevaba a cabo, por supuesto.

¿En qué consistió la campaña de la que usted dice haber sido víctima?

Hubo de todo, debido al poder de la señora. Unos días después de solicitar su detención, me entero de que ese día la señora de Noble tenía que entregar unos premios (ndr: Premios Clarín Espectáculos 2002). Lo único que falta es que averiguase qué iba a hacer esa noche, o si tenía dentista a la tarde. Es un absurdo. Es decir, cuando se busca la mala intención, la imaginación puede ser ilimitada.

¿Qué tipo de presiones recibió? ¿Hasta dónde llegaban?

En esa época era presidente Eduardo Duhalde y, a través de gente de su gobierno, se interesaban por lo que iba a ocurrir con la señora de Noble. Pero el que quería saber era el presidente.

¿Era una presión directa?

Absolutamente. Llamar a un juez es lo último que se tiene que hacer. El juez tiene que ser una garantía. Si llaman es porque tienen desconfianza de que vaya a pasar algo que ellos no quieren que pase. Por ejemplo, que quede detenida. Con ese criterio, no podría haber justicia ni personas detenidas: directamente consulto con el presidente y listo.

¿Tomó contacto, durante el tiempo en que usted estuvo al frente de la causa, con cuadros dirigenciales del Grupo?

Sí, con directivos. Y con gente que no estaba directamente vinculada al Grupo. El abogado de Noble venía dos veces por semana al juzgado en el trámite de la causa. He hablado, incluso, con Héctor Magnetto. Lo aclaro: en el trámite de investigación, no cuando tomé decisiones.

¿Qué le decían?

Es muy difícil reproducir diálogos, pero lo que no resulta para nada difícil es saber hacia dónde iba encaminado el diálogo. “Mire que es una persona muy importante”, decían. “Mire que esta señora tiene muchos pergaminos de las embajadas”, en tonos amenazantes. En alguna medida, estaba preparado para lo que vino después.

Cuando dictó la detención de Ernestina Herrera de Noble, ¿ya suponía el destino que le esperaba?

Sí. En mi carrera como juez tuve causas muy resonantes y no lo descartaba. El juicio político existe. Alguna vez podían hacerme uno y que prosperara. Bueno, me tocó. Recuerdo que iba al Consejo de la Magistratura, interesado por el estado del juicio político, y me encontraba con directivos del Grupo Clarín en los despachos de las personas que me iban a juzgar. No había que ser muy suspicaz para saber cuál iba a ser el resultado. Pero, bueno, uno siempre tiene la esperanza de que las cosas funcionen bien.

Por su parte, ¿no admite alguna irregularidad o cierto manejo desprolijo de la causa?

¿Desprolijo? En primer lugar, no puedo tergiversar una causa que ni siquiera fue tramitada por mí. Después, las declaraciones de los testigos las tomé yo, pero escribiendo lo que decían los testigos. Que me haya faltado algo más puede ser, o puede ser que no se me haya ocurrido algo. Pero vamos a terminar siempre en lo mismo. Yo tenía en el juzgado una sospecha de que se habían cometido delitos graves. Esa sospecha, para el supuesto de que me haya faltado o sobrado algo, es corregible. Para eso tenemos tribunales que revisan las decisiones de los jueces y que pueden llegar hasta la Corte.

En aquel momento Clarín atribuyó la detención a una venganza del menemismo y de sus testaferros empresariales, por la cobertura del diario respecto del contrabando de armas a Ecuador y Croacia, que llevó a la detención del ex presidente Carlos Menem.

Se llegaron a decir muchas cosas, todas falsas. Pero supongamos, por un momento, que fue así. El juicio político me lo tendrían que haber hecho por eso, porque fui un instrumento de un grupo político que quería vengarse de la señora de Noble. Pero nunca fui acusado en el juicio político por eso. El juicio político se hace por una supuesta detención irregular a la señora de Noble.

De comprobarse la filiación de los hijos, quedaría al desnudo la impunidad con la que se manejaron y la convicción de que esa impunidad se prolongaría indefinidamente. ¿Lo ve así?

No, si no se probase eso, igual está demostrada la impunidad con que se mueve un medio de estas características. Está clarísimo, absolutamente claro. La displicencia con que se manejan, sobre todo con la justicia, es tremenda. Si a usted le dan una orden, tiene que cumplirla. Si la policía lo para en la ruta, usted no puede seguir de largo. Si a usted lo llama un juez, tiene la obligación de concurrir.

¿Cree que se le ha perdido el miedo al poder que supone la dueña del Grupo Clarín? Me refiero a la justicia, pero no sólo a la justicia.

No, para nada.

No se le ha perdido el miedo, dice.

Para nada. La gente, a lo mejor piensa, que puede haber una especie de doble mensaje. Pero una cosa son los problemas del Gobierno con Clarín y otra cosa es la causa. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Igualmente, me llama más la atención el miedo de los políticos, más que el de los jueces. Mucho más. Porque el juez puede hasta no leer el diario. Pero el político vive del diario o vive con el diario. La sensación que tengo yo es que Clarín es un grupo que infunde mucho miedo. O tienen mucho poder o hacen creer que tienen mucho poder. No sé cuántos empresarios lo hacen. Para un medio periodístico, la forma de infundir miedo a los políticos es sacar tres artículos en su contra. Y con un juez hasta les debe resultar más sencillo, porque generalmente no tenemos la gimnasia para movernos en esos ámbitos.

Una hipótesis sobre el caso dice que, en el Grupo, apuestan todas las fichas a dilatar la resolución de la causa, con la esperanza de que un nuevo gobierno le quite impulso. ¿Lo ve posible?

Otra hipótesis posible es que deben estar esperando que la señora de Noble muera. Jugarán con eso, como si con eso hubiese de-saparecido el delito que se investiga, cuando lo que se investiga es a Ernestina Herrera de Noble pero también a las víctimas, no porque seamos perversos, sino para darles la identidad, que es un derecho que tienen ellos y una obligación que tiene el Estado. Por eso digo que, desgraciadamente, las dos hipótesis pueden ser posibles. Es algo muy delicado lo que está tratándose desde el punto de vista de la justicia. Lo que nadie les podrá impedir, de comprobarse la apropiación, es que los chicos dejen de ver a la señora. Tuve experiencias de chicos que se han quedado con sus apropiadores, incluso los iban a visitar a las cárceles, y después se fueron a vivir con ellos.

El rol del juez Bergesio



¿Qué opinión tiene de la continuidad de la causa, ya con Conrado Bergesio a cargo?

Cuando dejo la causa hay un largo proceso de dilación y de irregularidades. Entre las últimas, Bergesio indica la extracción de sangre en el Cuerpo Médico Forense, cuando debía hacerse en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Y, al día siguiente, ordena un allanamiento, cosa que no era necesaria porque ya tenía la sangre y los objetos secuestrados los manda al Hospital Durand. ¿Qué explicación tiene? Pero eso no es todo. Cuando hace el allanamiento, la policía está una hora y media antes en la puerta de la casa de los Noble, hasta que llegó el abogado de la familia, cuando el factor sorpresa es el 99 por ciento del éxito del trámite. Increíble.

Cuando habla de estas irregularidades y dilaciones de Bergesio, ¿cómo las calificaría?

No sé cómo contestarle.

¿Son irregularidades técnicas o hay algo más?

¿Usted quiere saber si lo compraron a Bergesio? Creo que no. Creo que es un tema ideológico y nada más.

¿En qué sentido?

Ideológico, en el único sentido que tiene. Él está convencido… Ah, porque usted no lo conoce a Bergesio. Es una persona que formó parte de la Cámara Federal Penal, que juzgaba a militantes de Montoneros, del ERP. O sea, no es el mejor juez para juzgar en una causa en la que hay supuestos hijos de desaparecidos durante el proceso militar. Además, todos sus amigos son militares o gente afín. Un hombre de derecha, digamos. Es esencial para la justicia que uno no tenga la parte ideológica. Lo he escuchado a Ricardo Gil Lavedra criticar a la Presidenta por el tema de la Corte Iberoamericana. No entiendo por qué critica eso; él sabe muy bien que se puede recurrir a esa corte por los tratados internacionales. Se supone que él es un constitucionalista. Pero, a lo mejor, está hablando como político. No me olvido de que él está con Elisa Carrió. Carrió dice que los hijos de Noble son también sus hijos, Gil Lavedra dice esto otro y el diario Clarín, en un mes, hace dos críticas al Banco Nacional de Datos Genéticos.

¿Puede ser inminente la resolución a partir de ciertos avances que se dieron en los últimos meses?

Trae feas sospechas, de un lado y del otro. La justicia no está acostumbrada a que le resuelvan las cosas en los diarios. No sé, hacer un ejercicio político me cuesta porque no estoy acostumbrado.

Le cambio la pregunta: ¿están dadas las condiciones para que haya una pronta resolución?

Tendría que ser lo más rápido posible para no arruinar lo que se hizo, porque este tipo de muestras va perdiendo su calidad para servir como prueba genética. Si usted me pregunta qué haría yo, dejaría que pase todo esto y, como juez, haría repetir la muestra de sangre.

Con la actuación del juez Bergesio, ¿usted cree que existe la posibilidad de que se llegue a la resolución del caso?

¿A qué resolución se refiere?

A la verdad, sea cual fuere.

No tiene otro remedio. Tiene obligación de hacerlo. Lo que más llama la atención es que en lugar de pasar cuatro meses ya pasaron seis años.







La discusión por los ADN



¿Qué opina de la sanción de la ley que ampliaba las facultades para extraer las muestras de ADN?

Escuché decir muchas cosas sobre eso, la mayoría sorprendentes. Por ejemplo, que lastimaba la libertad de expresión. Nunca escuché un argumento parecido. Me dije: debe ser porque la señora tiene medios. Pero la señora está involucrada como acusada. Es lo mismo que, porque un médico está acusado de homicidio, la corporación médica lo defienda diciendo que se está violando la salud pública. No lo entendí y sigo sin entenderlo. Hay quienes todavía dicen que esto es una pelea del Gobierno contra Clarín. Al margen de que exista esa pelea, esto es sumamente grave.

Los sectores que se niegan a avanzar con estas causas hablan de un supuesto derecho de los jóvenes a conocer o no la verdad sobre su identidad. ¿Qué les contestaría?

Es otro argumento muy utilizado. Pero, en realidad, no sé a qué se refieren, porque estos chicos no tienen nada que decidir. El único que puede decidir es el juez sobre la base de una orden para la extracción de sangre, sea voluntaria o compulsiva. El que mencionan no es un derecho de los jóvenes. Supongo que se repite por ignorancia.

¿Qué le produjo escuchar a la diputada Elisa Carrió decir que “los hijos de Noble eran sus hijos”?

Me llamó la atención. En política se pueden decir muchas más cosas de las que puede uno con un cargo de juez, que tiene la obligación de ser un poco más cuidadoso. Pero llegar al extremo de decir eso, resulta inentendible. No la entendí, de verdad. Salvo que haya querido decir “protegemos al Grupo Clarín”, que también puede ser posible. Esto es más simple de lo imaginable: se resuelve con una extracción compulsiva de sangre. No todos los países del mundo tienen, como la Argentina, un lugar específicamente dedicado a eso, con un banco genético. También hay que decirlo, no todos sufrieron, por suerte para ellos, desapariciones como nosotros. No voy a hablar de números, pero debe haber más de 500 casos en el Banco de Datos para entrecruzar información, ¿cuál es motivo por el cual se quiere arruinar una investigación haciendo sólo el comparativo con los querellantes? Si no hay nada que ocultar, es todo muy simple

Publicado por Kompromiso Nacional

Los datos fueron tomados de la web de la Presidencia de la Naciòn Argentina

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