Hillary llamó a Cristina y lamentó la filtración de los cables secretos

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La funcionaria estadounidense dialogó durante 20 minutos con la presidenta. El gobierno evitó comentar el contenido de la conversación, pero la Embajada norteamericana habló de un contacto “muy positivo” entre ambas.
La funcionaria estadounidense dialogó durante 20 minutos con la presidenta. El gobierno evitó comentar el contenido de la conversación, pero la Embajada norteamericana habló de un contacto “muy positivo” entre ambas.
Cuatro días después de la publicación de los primeros cables reservados de la diplomacia estadounidense en el sitio WikiLeaks, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, se comunicó con la presidenta Cristina Fernández para darle una explicación y lamentar esas filtraciones en nombre del gobierno de Barack Obama.
La conversación se produjo pasadas las 14 horas y duró aproximadamente 20 minutos, según confirmaron voceros de la Casa Rosada y la agregada de Prensa de la Embajada de los Estados Unidos, Shanon Farrell. “Fue una conversación muy positiva”, evaluó la diplomática. Horas después, con un escueto mensaje la cuenta oficial de Twitter de la Embajada confirmó también el contacto telefónico.
La llamada de Clinton se suma a la conversación que el subsecretario adjunto para Asuntos Políticos del Departamento de Estado, William Burns, mantuvo el miércoles con el canciller Héctor Timerman, en el mismo tono de conciliación y pedido de disculpas.
Cristina recibió el llamado cuando se encontraba en su despacho junto al vocero Alfredo Scoccimarro. El gobierno confirmó la conversación, pero evitó dar detalles de su contenido, en línea con la posición de extrema cautela que mantuvo desde que estalló el escándalo y se conocieron los primeros cables reservados que los funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires enviaron a su país, con información y detalles de asuntos internos de la Argentina durante los últimos años.
Como contrapartida, desde Washington el Departamento de Estado buscó dar señales de acercamiento. Su portavoz Philip Crowley dijo que Clinton se había comunicado con Cristina y con el presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari. Y explicó que el objetivo fue “lamentar ante ambos mandatarios la divulgación de los documentos clasificados”. Además, destacó “la importancia de la amistad” entre la Argentina y los Estados Unidos.
Pese al hermetismo de la Casa Rosada, en el gobierno descontaban ayer la existencia de un pedido de disculpas por parte de la secretaria de Estado norteamericana. Se trata de la reacción que la administración Obama comenzó a ensayar el lunes durante la conferencia de prensa que Clinton encabezó en la Casa Blanca. “Los Estados Unidos lamentan profundamente la publicación de cualquier información que se esperaba fuera confidencial, inclusive las conversaciones privadas entre contrapartes o las evaluaciones y observaciones personales de nuestros diplomáticos”, dijo entonces la funcionaria.
En forma casi inmediata, Clinton inició el contacto, uno por uno, con los 190 países involucrados en las filtraciones.
Tras la sorpresa que generó en Buenos Aires el carácter cercano a la chismografía de muchos de los informes reservados que se conocieron durante la semana en una suerte de novela por entregas por capítulos, el gobierno evitó una confrontación con la administración estadounidense a la que, por el contrario, el Ejecutivo visualiza como una “víctima” de las filtraciones.
El primer pedido de disculpas fue expresado aquí por Farrell ya que la embajadora de los Estados Unidos en Buenos Aires, Vilma Martínez, a quien se adjudica la firma de varios de los despachos publicados por los El País, The New York Times, Le Monde, Der Spiegel, y The Guardian, no se encontraba en el país cuando se conocieron los primeros cables vinculados a la Argentina.
Ayer, Farrell volvió a actuar como vocera diplomática. “No somos espías. Recabamos información, igual que hace un abogado o un periodista”, justificó.
Además, insistió en advertir que los cables filtrados son escritos por “funcionarios de rango menor”. Y explicó: “Por protocolo, todos llevan la firma de la embajadora pero no son escritos por ella”.
En la misma línea, Lino Gutiérrez, ex embajador de los Estados Unidos en la Argentina, habló de una práctica habitual en la diplomacia. “Es increíble todo lo que está pasando”, subrayó en declaraciones radiales. Gutiérrez firmó uno de los cables publicados, en que se refiere al estilo de administración del poder del ex presidente Néstor Kirchner, en una suerte de relectura de la interpretación mediática sobre la figura y características del ex mandatario.“La función de todo diplomático es oír y ver lo que está sucediendo y contárselo a su país. Eso es lo que hacen los diplomáticos argentinos, chilenos y brasileños. Tomar té e ir a fiestas es también parte de esa tarea”, puntualizó.
La conversación se produjo pasadas las 14 horas y duró aproximadamente 20 minutos, según confirmaron voceros de la Casa Rosada y la agregada de Prensa de la Embajada de los Estados Unidos, Shanon Farrell. “Fue una conversación muy positiva”, evaluó la diplomática. Horas después, con un escueto mensaje la cuenta oficial de Twitter de la Embajada confirmó también el contacto telefónico.
La llamada de Clinton se suma a la conversación que el subsecretario adjunto para Asuntos Políticos del Departamento de Estado, William Burns, mantuvo el miércoles con el canciller Héctor Timerman, en el mismo tono de conciliación y pedido de disculpas.
Cristina recibió el llamado cuando se encontraba en su despacho junto al vocero Alfredo Scoccimarro. El gobierno confirmó la conversación, pero evitó dar detalles de su contenido, en línea con la posición de extrema cautela que mantuvo desde que estalló el escándalo y se conocieron los primeros cables reservados que los funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires enviaron a su país, con información y detalles de asuntos internos de la Argentina durante los últimos años.
Como contrapartida, desde Washington el Departamento de Estado buscó dar señales de acercamiento. Su portavoz Philip Crowley dijo que Clinton se había comunicado con Cristina y con el presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari. Y explicó que el objetivo fue “lamentar ante ambos mandatarios la divulgación de los documentos clasificados”. Además, destacó “la importancia de la amistad” entre la Argentina y los Estados Unidos.
Pese al hermetismo de la Casa Rosada, en el gobierno descontaban ayer la existencia de un pedido de disculpas por parte de la secretaria de Estado norteamericana. Se trata de la reacción que la administración Obama comenzó a ensayar el lunes durante la conferencia de prensa que Clinton encabezó en la Casa Blanca. “Los Estados Unidos lamentan profundamente la publicación de cualquier información que se esperaba fuera confidencial, inclusive las conversaciones privadas entre contrapartes o las evaluaciones y observaciones personales de nuestros diplomáticos”, dijo entonces la funcionaria.
En forma casi inmediata, Clinton inició el contacto, uno por uno, con los 190 países involucrados en las filtraciones.
Tras la sorpresa que generó en Buenos Aires el carácter cercano a la chismografía de muchos de los informes reservados que se conocieron durante la semana en una suerte de novela por entregas por capítulos, el gobierno evitó una confrontación con la administración estadounidense a la que, por el contrario, el Ejecutivo visualiza como una “víctima” de las filtraciones.
El primer pedido de disculpas fue expresado aquí por Farrell ya que la embajadora de los Estados Unidos en Buenos Aires, Vilma Martínez, a quien se adjudica la firma de varios de los despachos publicados por los El País, The New York Times, Le Monde, Der Spiegel, y The Guardian, no se encontraba en el país cuando se conocieron los primeros cables vinculados a la Argentina.
Ayer, Farrell volvió a actuar como vocera diplomática. “No somos espías. Recabamos información, igual que hace un abogado o un periodista”, justificó.
Además, insistió en advertir que los cables filtrados son escritos por “funcionarios de rango menor”. Y explicó: “Por protocolo, todos llevan la firma de la embajadora pero no son escritos por ella”.
En la misma línea, Lino Gutiérrez, ex embajador de los Estados Unidos en la Argentina, habló de una práctica habitual en la diplomacia. “Es increíble todo lo que está pasando”, subrayó en declaraciones radiales. Gutiérrez firmó uno de los cables publicados, en que se refiere al estilo de administración del poder del ex presidente Néstor Kirchner, en una suerte de relectura de la interpretación mediática sobre la figura y características del ex mandatario.“La función de todo diplomático es oír y ver lo que está sucediendo y contárselo a su país. Eso es lo que hacen los diplomáticos argentinos, chilenos y brasileños. Tomar té e ir a fiestas es también parte de esa tarea”, puntualizó.
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