Entrevista a Mariano Otero
“Apoyar al gobierno fue espontáneo”
Uno de los principales músicos de jazz del país tocará (y cantará) esta noche con Liliana Herrero en el Centro Cultural de la Memoria. Habla con idéntica pasión de sus discos como del momento político actual.
Para Mariano Otero la música no llega así nomás. Hace falta estudiar, trabajar y sentir, “porque siempre se hace con el corazón”, dice, mientras termina algunas de las composiciones que esta noche presentará en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti junto a Liliana Herrero.
Mariano sabe muy bien de qué está hablando. Con el mismo compromiso con el que toca el contrabajo, opina de la situación del país. “Apoyar al gobierno fue espontáneo”, afirma y no niega que está orgulloso de que que Cristina Fernández sea la presidenta.
El músico, tiene editados seis discos, una interesante cantidad de galardones y nominaciones y una actividad continua como arreglador, intérprete y compositor. Estudió en forma particular, en la Escuela de Música Popular de Avellaneda, y finalmente se recibió en la Escuela de Música Contemporánea. Después de haber intentando en sus años de rebeldía adolescente armar una banda de rock, a los 19 sintió que sólo quería ser músico y orientó su vida hacia ese objetivo. Trabajó vendiendo seguros con su abuelo, después en un jardín de infantes, y mientras daba clases y estudiaba, de pronto sucedió que ya podía vivir de la música. “Cuando pensé en esa posibilidad, me parecía una locura. Eran los años del menemismo y la cosa pasaba por otro lado: de a ratos temía tener que dedicarme a otra cosa, o pensé que iba a vivir de dar clases toda mi vida, lo que no está mal, pero lo que yo quería era tocar en el escenario”, cuenta el músico.
Así, primero comenzó con la guitarra y después el bajo, hasta llegar al contrabajo: “Sentía que ese instrumento tenía un sonido que representaba más lo que quería expresar”, explica. Tanto se familiarizó con el contrabajo que ya no quiere tomarse más fotos con el instrumento: “¡Son años y años de la foto con el contrabajo!”, dice entre risas, y a la vez se disculpa porque “ni se había afeitado para las fotos”. A los 19 años, Otero viajó a Nueva York y después de un recital de la orquesta de Charles Mingus decidió que quería “tocar esa música”.
– ¿Qué encontraste en el jazz?
– Libertad. Quería hacer jazz, tocar todos esos acordes, me encantaba su sonido, quería hacer lo que hacían los jazzeros. Pero claro, es muy fácil hacer jazz lejos del lugar de origen. Es una música que nació hace mucho y que tiene referentes que no están acá, entonces, nadie va a refutar ni a criticarte porque nadie lo creó. ¡Mirá lo que pasó con Piazzolla, que la gente decía que eso que estaba haciendo no era tango! Pero eso pasaba acá. Yo no creo que las músicas estén tan despegadas de la geografía; no me parece un detalle menor tocar un género en un lugar o tocarlo en otro. También resulta que por la manera de tocarlo y de sonar, el jazz te abre indiscutidamente un camino hacia otros estilos. No sé si sólo toqué jazz, y digo que mi jazz no es puro, porque hay que diferenciar el jazz como género que es el más tradicional y después está el jazz de autor. En realidad, esto último tiene que ver con algo que no se termina de definir, por ejemplo, en una disquería, donde van estos discos que no son jazz puro pero a la vez tienen jazz… y bueno, van junto a los otros discos de jazz, pero tienen otras cosas.
– ¿Pero por qué lo elegiste?
– Porque abre otras cosas. En ese sentido, puedo componer para folklore o puedo acceder al tango, que a mí me abre el horizonte. Cuando empecé a estudiar, quería llegar al jazz porque sabía que había un más allá. Uno siempre apunta a eso como músico, y apunta a un expresar dentro de un espacio de libertad. Pasa que tenemos que entender que nuestra manera de expresarnos es esta y tenemos que buscar la forma más pura y para mí era el jazz. Era lo más libertario…
– ¿Y el rock?
– El rock dejó de significar libertad hace mucho tiempo. Ahora el rock forma parte del aparato. Las estrellas del rock están fabricadas para ponerlas al servicio de algo. Se arman estrellas, se repiten figuras, se dice lo que se quiere escuchar… El rock ahora crea estrellas para pasarlas en la radio.
Hasta la fecha, Mariano Otero lleva seis álbumes grabados, que editó a lo largo de siete años. “Me gusta mucho dejar plasmado lo que pasa en cada momento, es como un registro de lo que ocurre a lo largo del tiempo; trato que se vea eso en cada uno de mis discos.” Y agrega que es un amante de los discos: “Me gusta tenerlos en la mano, es un registro, y está bueno. No sé si me gustan mucho los mp3 y tanta música comprimida que vas guardando, porque no hay nada como el vinilo”, dice mientras mira su amplia discoteca, que no sólo tiene CD sino también casettes y LPs.
– La música tiene mucho de inspiración y en tu caso se relaciona más con el estudio. ¿Es así?
–Para llegar a inspirarte, necesitás mucho trabajo. Necesitás encontrarte con lo que expresás, pero tenés que ver la forma. Si sentís el arte, si lo querés expresar, no lo vas a perder porque estudies. A mí me quedó grabado lo que mi papá me decía cuando era chico: recién empezaba a tocar y yo jodía con que quería un instrumento, y él me dijo: “tranquilo, el instrumento va a llegar cuando sepas tocar”. Tal vez eso me marcó, y yo voy a estudiar siempre. Escucho mucha música y leo todo el tiempo, es parte de la formación de un músico. No tiene por qué uno pensar que porque salió bien una canción está listo, hay que formarse porque ahí está la búsqueda.
– ¿Es buscar la perfección?
– No, es buscar la imperfección, porque vas aprendiendo. Pero querés ir siempre más allá y de alguna manera uno va hacia un camino que no se completa nunca.
– ¿Qué significan en tu vida los premios? Tenés muchos...
– Nunca sé en qué lugar poner lo de los premios porque es lindo en un punto y en otro punto es como una especie de trampa, ¿porque cuánta gente que admiro no obtiene el reconocimiento que siento que tiene que obtener? No sé cómo medir el reconocimiento, no sé si está bien, si está mal. Hago mi trabajo con todo el amor y la pasión que tengo y es todo lo que tengo, y eso lo doy, no me robo ni un minuto. Descubrí que esa era mi manera de entregar, y en ese sentido lo recibo sin culpa, me siento feliz. Te podría decir: “A mí los premios me ayudaron, te generan un respeto”, ¡qué sé yo! No sé, por ahí no tengo los premios y soy el mismo, porque la gente no escucha premios.
Una entrevista con Otero se hace sola. Él sabe mucho de todo, y de todo habla. Con mate incluído, la charla es un permanente ir y venir entre música y política. Su papá era músico y su mamá maestra jardinera, con una carrera de psicóloga que había quedado trunca por la dictadura pero que pudo retomar luego, en los años noventa. “Durante la secundaria milité en el centro de estudiantes de mi colegio y trabajé en una villa; siempre me interesó hablar de lo que pasa en el país, y no entiendo cómo se puede estar al margen. En el ámbito de la música a veces es difícil, porque el músico es más egocéntrico y no se ocupa tanto de estas cosas”, explica.
De posturas firmes e ideas claras, el músico reconoce que está un poco nervioso para la actuación de esta noche, en la apertura del ciclo en el Conti. Allí cantará (!) junto a Liliana Herrero e interpretará temas que arregló para esta presentación. Además, estrenará una canción que le dedica al Che Guevara. “Es muy fuerte para mí pisar la ex ESMA. Vengo de una familia que me contó la historia. Y cuando tu papá te cuenta que un amigo fue chupado entendés cómo fue la historia”, termina Otero, y se queda en su estudio imprimiendo partituras, ajustando detalles, marcando un nuevo rumbo con su jazz.
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