Por Orlando Barone
Conflicto Armonía  Dostoievski  Insatisfechos

“En el único lugar donde no hay conflicto es en el cementerio.” Lo dijo la Presidenta, adelantándose a esa idea de la armonía que cada tanto se instala como un halo y que ahora la Iglesia le sugiere a los poderes del Estado. Armonía. Como si fuera fácil. Para que los dos platillos de la balanza estén en equilibrio tienen que pesar igual. Pero a veces los iguales creen merecerse un peso mayor y hacen fuerza para pesar uno más que el otro. Cualquiera sabe de memoria lo que escribía Dostoievski acerca de que el corazón es el campo de batalla de la lucha entre Dios y el Diablo. Ambos siguen combatiendo y el resultado del duelo es de final abierto. La Iglesia sabe lo de la armonía y la desarmonía, y además forma parte del conflicto, no solamente por cuestiones de la interrupción del embarazo, del uso del preservativo o de la unión legal de homosexuales, sino por cuestiones políticas. El actual gobierno no parece predisponer al obispado de forma favorable. Y allí mismo hay un conflicto. Y eso es, paradójicamente, lo que la Iglesia no quiere que haya. ¿Cómo hace un poder conflictivo para aconsejar no conflictuar a los otros? No hay empate en este tipo de juego de tantos intereses extra espirituales. Y por más que se haya difundido la noticia científica de un individuo -el inglés Norrie May-Welby- nacido hombre, que se cambió a mujer y, no satisfecho por ninguno de ambos géneros, se definió neutro, el tipo/a debe cargar interiormente con un denso conflicto. Ser neutro debe de ser un incordio. Es lo que debe estar pasándoles a muchos que votaron a Proyecto Sur y ven a sus bravíos dirigentes que, del atrevido asalto a la Bastilla o nada, terminan neutralizados increíblemente por TN. Aunque la neutralidad es un estado neutro inexistente. La neutralización es la cesación del proceso activo. Ni fu ni fa, no funca. Yo, argentino, es una mentira anacrónica. Porque en algún momento hay que hablar del ADN de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble, o de la impostura de Papel Prensa. O de la transformación que significará la Ley de Medios. Los glaciares solos no bastan. Están más allá del horizonte. En fin, es cierto que hay abejas que no responden a ningún sexo. Y que hay sustancias que no son ni ácidas ni básicas. Pero en política, ser neutro es el modo en que el político se neutraliza. Se desarma. Y entonces deja de ser neutro para ser un mutante en ejercicio. Que es una especie de sujeto político tan exquisito que primero no quiere andar apretujado en un colectivo grande, entonces se pasa a una combi de pocos pasajeros afines, después aspira o termina unipersonalizado a una banca en solitario. Y después, como extraña compañía, se empieza a juntar con el primero que le dé bola y se sube a un colectivo que va en dirección opuesta al originario del que se bajó antes. Este tipo de sujeto político tiene su mayor actividad en el narcisismo. Decíamos que no hay relación humana sin conflicto. Si las sabias religiones crearon al mal es para oponerlo al bien. Para no aburrirse con el bien solo y siempre lo mismo. Por eso en el mundo hay curas -de rango- que se entretienen con la pedofilia y otros con la Biblia, desmintiendo que sea cierto el cuento de Adán y Eva. No hay cuerpo ni alma sin conflicto. Ahí está Elisa Carrió confesando que hay semanas en las que actúa por estrategia. “Yo actué para que esto sucediera”, dijo ante los propios periodistas engañados que se tomaron su supuesta actuación como si fuera un normal comportamiento. Carrió no aclaró si en las otras semanas en las que no actúa, sobreactúa, o es que ella no sale nunca natural, porque es así naturalmente. No hay gestión que no tenga conflicto. De la orientación ideológica del conflicto dependerá desde qué orientación será la reacción de los damnificados. Basta una medida económica hacia un lado para que el opuesto reaccione en contrario. No es neutral enjuiciar a genocidas ni es neutral amnistiarlos. Tampoco lo son el crecimiento o el ajuste. No toquetear el Banco Central o directamente penetrarlo. “Porque eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca”, dice Dios en el Apocalipsis. Qué se le va a hacer, éste no es un gobierno neutro. No dejó colgado el cuadro de Videla. Pero dejó colgados de la historia a unos cuantos que lo seguían sosteniendo. Además no vacila en pasar de lo sagrado a lo profano. De sentirse como se sintió la Presidenta, “como Keops frente a la pirámide egipcia” a sentirse una clienta de una feria en la calle. Porque pasó de inaugurar un gasoducto de cincuenta kilómetros, cavado a setenta metros debajo del mar del Estrecho de Magallanes, a un puesto callejero con oferta de merluza y calamares. Como dijo Cabito, el humorista: “Lo único que faltaba, que los negros coman mariscos”. Sí, y no solamente eso: de tanto alentarlos al consumo van a conseguir que para el mundial se agoten los LCD y los plasmas y uno se quede sin nada. Si yo fuera la oposición, ya mismo empezaría a rogar que la Argentina no ganara el Mundial de Fútbol. Eso sí sería intolerable. Y más si la Presidenta sale al balcón con la camiseta del seleccionado. A esa altura de los acontecimientos las editoriales tendrían que empezar a renovarse. Sería el fin de los libros antikirchneristas escritos por periodistas. Víctor Hugo Morales ya debe estar imaginando alguna metáfora superior a “barrilete cósmico”.